Definición

¿Qué quería decir cuando expresó: “…como a ti mismo”?

Es obvio que “nadie” hace algo por “otro” de la misma forma en que uno lo hace por sí mismo. Para cuidar de cada detalle de la supervivencia y el “disfrute” que obtiene  una persona de la misma forma en que cada uno cuida -de forma casi “sagrada”- las satisfacciones que obtiene y que obtuvo y que obtendrá, necesita sentir que recibe algo a cambio:

Algo estrictamente “mayor” en satisfacción que lo que cada uno “entrega” – si en ese “cálculo” automático no hay una sensación de “ganancia”, las personas no hacemos ningún movimiento.

Es este mecanismo el que ha desarrollado todas las formas de relacionarse de las personas y por lo tanto todas las formas de producción e intercambio y en última instancia las formas de una civilización global.

Existe el símbolo principal de ganancia en el “intercambio”, que consideramos que “mueve” al mundo: el dinero- como símbolo de acceso a los placeres sexuales o básicos de comida y vivienda y traslados, convertidos en símbolos de estatus. Esto se debe a que el concepto  está “entretejido”- o “mezclado”- con otras “recompensas” que la mayoría aún no siente “directamente”, como el “poder”: cuando una persona se sirve de sus posesiones para negar o conceder satisfacciones o incluso necesidades básicas a otros.  

Pero hay algo más por encima de eso. La recompensa del “estatus” en sí: la sensación de importancia de otro porque  como recompensa compartiré esa “importancia” ante los ojos de otros- como los nobles cortesanos de un rey que ya tienen propiedades -y pueden heredarlas, no necesitan una recompensa en “dinero” o “títulos”- pero aun  así se sienten “honrados” de ser antecámaras o  personas “cercanas”, con trato directo con un rey.

Otro ejemplo es cuando un funcionario sirve a su país sin “cobrar”. Cuando la motivación está más allá de que no necesita remuneración y de cómo se ha servido y se servirá del sistema en el que ahora está mediante “contactos”, sino que es una auténtica sensación de honor en “servir” al concepto que tiene de “país”- es extremadamente raro, pero sí ha sucedido.

Aun así, es una recompensa sin la cual, incluso este último caso  no podría mover “un dedo” a favor de su causa ni soportaría la “humillación” de la persecución, difamación y constante descalificación de todo tipo de intereses “menores” entretejidos con su interés “propio”.

Sin embargo, si su motivación es clara y es realmente “de mayor rango” que los demás intereses, estos se convierten en un  simple “ruido de fondo”, un “chu chu chu chu chu” “malintencionado” y “afeminado” que terminará transformándose en un avance hacia otro tipo de comportamiento y “recompensa”- si no es así, la motivación no era más “elevada”.    

Más allá de esto último, resulta difícil siquiera imaginar otro tipo de “recompensa” o motivación como combustible para una persona. 

Es tan “inimaginable” y fuera” de todo cálculo “conocido” por las personas que un estadio así-si es que existe- no sería considerado siquiera como una “recompensa”- a menos que sea posible considerar la sensación  de “humillación” infinita de ser un “servidor” de todo y de todos y siempre “perder” en el cálculo de ganancia, una sensación que preferiríamos “no existir” antes de experimentarla, como una “recompensa”.

Sin embargo, que  no podamos siquiera imaginarlo, y que sea un cálculo “inexistente” para nosotros, no significa que no existe, y algo más importante: no significa que no lo vamos a necesitar:

En realidad, es una actitud que vemos a nuestro alrededor todo el tiempo en los niveles de la “naturaleza” que pensamos que nos pertenecen y que “usamos” sin que se “defiendan”- ¿Existe algún árbol que pide “renta” por su sombra a cambio de protegernos? ¿Existe un árbol que exige tres frutos por cada dos frutos que entrega? En realidad solo “exigen” estrictamente lo necesario para producir y lo obtienen del mismo sistema en el que están- cuando entran en contacto con
“personas” es como si hicieran el cálculo inverso- entregar más de lo que reciben en todas las formas posibles, por eso podemos “explotarlos”.

Lo mismo   sucede con el “reino animal”, si excluyes a las personas.

Pero ese no parece ser el final de la historia: en cada persona a su vez, el cálculo de ganancia crece en cantidad y “calidad” con cada “segundo”. Abarcando cada vez más recursos -y más “honor”  y más “poder” y más respeto y más pretensiones y más símbolos de “grandeza”, etc.

Algo más: este proceso no se detiene e incluye a todas y cada una de las personas sobre el globo.   

Como resultado, el sistema “natural” que nos sostiene y siempre hace cálculos a nuestro favor manda otro tipo de “señales” que parecen querer destruir a la humanidad como un todo- desastres naturales, “malas” cosechas y alteraciones en las condiciones “acostumbradas”- que también puede interpretarse como una señal de que está a nuestro “servicio”, pero no para complacer nuestros “caprichos”, sino para llevarnos  a un objetivo muy específico.

Esto puede verse también en el “crecimiento” del cálculo en los individuos:  un individuo entra en contacto con otro tipo de influencia “desconocida”  y sus cálculos aumentan y se siente “merecedor” de cosas en las que nunca había pensado y comienza a tener “cálculos” acerca de sí mismo que en cierto punto, tarde o temprano, resultarán totalmente “ilusorios” y  eso lo hace frustrarse y tornarse “violento” y “manipulador” y “difamador”, o simplemente cruzarse de brazos y “hacer nada”, pero sin “moverse”- esperando el momento en que podrá obtener lo que él quiere de la forma en que lo quiere.

Puede quedarse en “suspensión” por “milenios”, pero eso no significa que lo obtendrá, y tampoco que no se está “moviendo” de todas maneras. 

Este proceso- que no excluye a ninguna persona-  también apunta a un objetivo que es “uno” con el objetivo de la humanidad como un todo: no hacer “realidad” un “cálculo” “imposible”, sino que ese cálculo sea tan “imposible” que surge la necesidad de convertirlo en lo  “imposible”- lo “contrario”.

De esa manera, no solo seremos semejantes a lo que nos rodea en sus cálculos y estado, sino que lo haremos por voluntad propia, y eso nos hará cercanos a la influencia que sostiene todo- pero ya no como un “cortesano” interesado en una recompensa, sino como un “semejante”. 

El estado al que “aspiramos” en general, aún es “difuso” y está “mezclado” con   todo tipo de persecuciones que no son el objetivo final. Puede “tocar” a una persona de cierta manera, pero en tres segundos lo olvidará y seguirá pensando en una “ganancia” en forma de sexo o dinero o poder, etc. de forma “exclusiva”- sin tomar en cuenta el mecanismo o influencia que se lo entregará. 

Sin embargo, esta definición será cada vez más necesaria  y es ya necesario hablar cada vez más abiertamente de ello.  

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