Nocturno

¿Qué es un “buen día”?

¿Por qué solemos desearlo a otros como cortesía? ¿Lo deseamos de verdad?

Tener un “buen día” equivale a planear obtener algo –incluso comodidad y reposo-y obtenerlo. Y si algo resulta no estar dentro de los planes,  es una “buena” “sorpresa” si me produce una satisfacción- ganó mi equipo, vi a alguien o algo que me agrada y no esperaba ver… en general, recibí algo que no esperaba recibir y me gustó….

Es un argumento que todos podemos entender: “sólo quiero sentirme bien- o “solo queremos divertirnos”.   

¿No es bueno sentirse “bien”? ¿Quién podría decir eso?  Nadie. Es un imperativo y define nuestra existencia. Ninguna persona puede sentir lo contrario- ni siquiera puede desear sentir lo contrario.

Habría que definir qué nos hace sentir bien y qué consecuencias tiene.

En general, la sensación de “exaltación” dentro de una persona es benéfica e inevitable  cuando está dirigida hacia alguien al que consideramos un mínimo como “parte de nosotros mismos”-como el orgullo de una madre hacia sus hijos. Pero fuera de esta esfera que permite la supervivencia de la especie- y es limitada y no en todos los casos se presenta o perdura por “siempre” o por “mucho tiempo”- el triunfo y las buenas sensaciones dentro de una persona no parecen tener buenos resultados para quienes nos rodean:  La sensación de “triunfo” suele hacernos “olvidar” las personas y las circunstancias que propiciaron nuestra satisfacción, y entre más asciende una persona en su “estatus” y más se lo confirman quienes lo rodean, más “desprecia” a los que están “por debajo”. Entre más “poder” confirma una persona  en “sí mismo” o sobre “alguien”, más difícil es hacerle “ver” que existe algo más que sus “impulsos” y “caprichos” y más difícil será sacudirse su “presión” y considerará una “traición” cualquier movimiento en contra de sus beneficios personales – como si el significado de la vida de todos fuera “él mismo”, pero la historia nos dice que en todas las escalas, la guillotina y la “sobriedad” llegarán en algún momento- Los Idus de marzo, Santa Helena… el espejo y la lápida reflejando…”nada”.

Más aún, sabemos que la “realidad alterada” de nuestro consumo  hace que sea un porcentaje mínimo de la población  mundial el que “desperdicia” el 80% de los recursos que se están “agotando”- pero aún la mayoría no está en la situación en que buscará “derrocarlos”, sino que aspiran a ser uno de ellos- sin posibilidad “real” alguna en la mayoría de los casos.

Es decir, todo el mundo aparentemente viviendo una “realidad alterada” sin “darse cuenta”- obvio, ese es el requisito de “alteración”, no poder tomar una referencia “absoluta”.  

En realidad, es “extraño” que aquello que determina las persecuciones de las personas y sus acciones hacia ellos mismos y los demás e incluso nuestra percepción de “todo”- la búsqueda de placer para “uno mismo”- no haya sido estudiado, analizado y cuestionado. Tal vez porque no ha sido visto como “necesario” de forma masiva… hasta ahora.

Después de todo, es lo único que tratamos como “sagrado” en la práctica- una sensación “intocable”, “incuestionable” y “venerada”. Las personas somos capaces de “matar” en nombre… de “sentirme bien”-aun cuando podemos asignarle diversas etiquetas o vestirlo en diversas justificaciones, pero es este mecanismo el que nos mueve en el fondo.

Por lo tanto, no podemos basarnos totalmente en nuestro propio juicio- entre más segura está una persona, lo más probable es que esté a punto de descubrir cuan distorsionada es la imagen de sí mismo y lo que lo rodea.

Y lo que lo rodea es clave: de ahí extraemos nuestro “puntos de vista”, y estar “adaptado” a una sociedad no significa tener “los pies sobre la tierra” para siempre. Las sociedades están sometidas al mismo proceso:

Sabemos que justo antes de una experiencia “aleccionadora” como guerras y epidemias o cualquier tipo de crisis, el ambiente global suele ser de cierta manera de “fiesta”  en ciertas esferas o actividades que permean el estado de ánimo en todo el mundo. Como en la década de los veinte del siglo pasado, donde una recuperación económica y excitación cultural acompañada de un boom de estupefacientes en la nueva república- que había reemplazado el imperio perdedor en Alemania- estaba al mismo tiempo incubando el movimiento nazi y la segunda guerra mundial.

De la misma manera, al mismo tiempo, en la otra región más desarrollada del mundo, Estados Unidos, donde la especulación en la bolsa se había vuelto una “fiesta” que equivalía a jugar a la “lotería” con recursos y actividades remuneradas de toda una sociedad, incubaba el final de la “fiesta” en  la forma de la crisis financiera global de 1929. La “fiesta” vio antiguas “dignidades” y “orgullo” pasar del “mérito” y la “recompensa” y “desdén” hacia las “clases bajas”  y el baile y el champagne y la cocaína y las propiedades y viajes a Europa… a  las filas para compartir sopa con indigentes- y los suicidios.

En las fiestas nunca antes vistas en el palacio en Piter y en Versalles se incubaban la venganza y las guillotinas. En la fiesta de satisfacción por insultos e “ingenio” “superior” en las redes para rebajar al que “no piensa ni quiere lo mismo que yo” se incubaba el ataque brutal del enemigo- y la “fiesta” ha vuelto a tomar “impulso” en las redes.

Nuestras “ínfulas” son una droga demasiado adictiva y peligrosa.

Uno pensaría que es mejor intoxicar a la población global para que “vuele” y altere su realidad en ácido o cristal y no en pretensiones. Pero eso no sucederá, porque el destino es que nos desarrollemos hasta que la “intoxicación” y la “sobriedad” sean una y la misma cosa.       

Es decir, si la historia no va a volver a repetirse, hay una pregunta qué responder: ¿Qué hay en la forma de entrar en “euforia” y “disfrutar” de las personas y sociedades, que parece “deformar” y “alterar” la percepción de lo que llamamos “realidad”- y al final siempre termina en una ”sobriedad” dolorosa?

¿Qué es ese mecanismo que parece llevarnos a un punto en que concluiremos que no podemos existir sin “sentirnos bien”, pero necesitaremos una “nueva forma” de sentirnos “bien”?

¿Y por qué esa nueva forma no puede ser  impuesta en una persona sobre otra,  sino que será responsabilidad y convencimiento de cada uno sin excepción-como si cada uno fuera portador del mundo entero dentro de sí?  

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