Un solo punto.

Lo que llamamos “violencia” surge de una “lucha” entre al menos dos aspectos que son opuestos- digamos, se excluyen mutuamente. Por ejemplo, dos personas reclaman el derecho  de tener en sus manos algún objeto. En nuestro mundo, con sus leyes de la física, solo es posible que uno de ellos lo sostenga en sus manos- la posesión de uno es el despojo del otro, y no hay forma de que los dos tengan la misma “posesión”-o estén satisfechos con ese tipo de posesión al mismo tiempo.   

Es como la ley física de que un objeto no puede ocupar el mismo espacio que otro objeto al mismo tiempo. Sabemos que cuando las personas “luchan” comienzan por amenazar y pretender “invadir” el “espacio” del otro. Lo mismo sucede con las luchas entre regiones y países.    

Desde este punto de vista, “nadie” es “pacífico”. Todo el mundo alberga dentro una sensación de posesión de “algo”. Un “espacio” al que no está dispuesto a renunciar bajo ninguna circunstancia- y preferirá destruir a quien considera una amenaza para su posesión, a la posesión misma, o incluso a “sí mismo”, antes de renunciar a esta sensación. 

De la misma manera que los cuerpos físicos están diseñados para “preservarse” el mayor tiempo posible y ocupar un lugar “único” y que excluye a todo lo demás.  

Por supuesto que esta sensación no se limita solo al “espacio físico”, sino toma diversas formas y grados – y  da origen a diversos conceptos e ideas en su desarrollo.

La sensación de posesión más básica es la de un cuerpo que te “pertenece” y al  que diriges con tu voluntad y esta voluntad se dirige a “tomar en sus manos” aquello que le rodea.

Sin embargo, esta “voluntad” aparece en este mundo en una forma “débil”, no desarrollada y sometida a la voluntad de otros cuerpos y mentes más “fuertes”, que lo alimentan, lo limpian, le entregan en sus manos lo que puede beneficiarlo o lo que les da placer entregarle y retiran de sus manos lo que puede ser dañino o lo que quieren para ellos mismos…etc.

Esto también es válido para las sociedades y su desarrollo- un concepto que vale la pena repetir una y otra vez. Las sociedades también comienzan siendo “débiles” y dependientes de “brazos más fuertes” en varios aspectos.

Gradualmente adquieren “control” de su “cuerpo”-o su territorio y sus formas de vida- y adquieren lo que parece la ejecución de su “voluntad propia”

¿Pero este proceso en algún momento “termina”, cierto? ¿Tanto los individuos como las sociedades en algún momento se desarrollan hasta poder ejercer su voluntad “libremente”? ¿Cada uno encuentra su “espacio” y termina la “lucha”?

Todos podemos observar de cierta manera, cada uno desde su experiencia, que en realidad no termina. Solo toma otras formas.

Si bien se nos han entregado formas y maneras que evaden o cubren la competencia y provocación  y agresión física directa, el hecho es que esta sigue siendo la base, de forma abierta o velada, en todo el mundo y en cada persona- es un hecho que los ejércitos y las guerras todavía existen y en este momento hay amenazas y conflictos violentos en marcha en todo el mundo en todas sus facetas. Desde operaciones militares hasta privaciones de la libertad y amenazas y chantajes de grupos o individuos hacia otros en posición de “desventaja”- incluso de desventaja en cuanto a fuerza física o facultades mentales- y mencionemos también en un futuro esos individuos o grupos, podrían buscar “venganza”…etc.   

En esencia, es el mismo mecanismo que se desarrolló mediante golpes y carnicerías e incontables batallas y saqueos…etc. hasta que los “más fuertes” desarrollaron otras formas y absorbieron conceptos que convirtieron en maneras, modales, e incluso ideas  prácticas para adquirir más tipos de posesiones-como control e influencia- de maneras más “efectivas” y “masivas”.

Después de todo, no es la persona más fuerte físicamente la que  puede acumular más recursos, sino la que logra colocarse dentro de una red en una cierta posición de ventaja en cuanto a ganancias – dentro de un marco de leyes o costumbres o fingiendo estar dentro de éste. La mayor influencia no la tiene quien te amenaza directamente con “golpearte” o “matarte”, sino quien puede ajustar su discurso y comportamiento para adquirir una posición de decisión en el “sistema”.

Después de todo, es una tragedia cuando un individuo cede a su naturaleza más básica y destroza físicamente a otro o algunos otros, pero el impacto no se compara con el que tiene un “funcionario”- desde una oficina con luces y amueblado agradable y temperatura regulada, sin “mancharse las manos”-  tomando una decisión “estratégica”-o visceral o para auto-exaltarse o por “odio”- que pueda desatar una guerra, que deje sin ingreso a millones de personas, provocar una hambruna, o que decida una “solución final”…etc.

Si bien las ideas, maneras y formas de influencia y “educación”- que incluyen filosofía y religión  y “ciencias” y “artes” sistemas de intercambio y producción- que alguna vez descubrimos o absorbimos nos han proporcionado una civilización  “global” y una vida libre de “golpes literales”  al menos en una buena parte del tiempo y en un gran número de personas, el impulso y cálculo de posesión dentro de cada persona está “intacto”- y hasta la persona más “educada”, de buenas maneras y sofisticada y proveniente de la región más “desarrollada” puede llegar a provocarte físicamente si siente que hay algo que posees que él no y quiere llevarte a su “terreno” y usurpar tu “espacio”- incluso de la forma más  “física”, como sucede con los más débiles en las guerras y en situaciones de “impunidad”.

Y eso si hablamos de las “acciones”, si hablamos de los pensamientos, ahí la lucha y la “agresión” hacia el “otro” no “descansa”, excepto cuando duermes- y no siempre.

Si una persona proyecta el futuro bajo está base, llegará a la conclusión que la violencia-o la lucha entre opuestos-  parece destinada a preservarse y crecer… ¿Pero hasta qué límite? Ya hemos vivido dos guerras mundiales y ya se han detonado armas de destrucción masiva.

Podemos ver que este desarrollo llegará a un punto en que no sea viable y ponga en “peligro” justo lo que conocemos como “existencia”.

Haciendo necesario ir hacia la raíz de la cual hemos absorbido para crear la civilización.

 Lo contrario a nuestras persecuciones:

Sabemos que el acaparamiento de posesiones tiene que absorber del concepto contrario: la colaboración entre todas las partes del mundo. Sabemos que para “destruir” a alguien en nuestra competencia acostumbrada, tenemos que absorber de lo que la otra parte ha “creado”- y al “destruir”, solemos “crear” algo más que no esperábamos y que nos “aplastará” y “transformará”. En general, para recibir lo que queremos, necesitamos absorberlo del concepto opuesto: entregar.   

Es decir, la “lucha” generará la necesidad de experimentar la  raíz de la que absorbe el pozo sin fondo del deseo “humano”- el cual desea no solo todas las satisfacciones posibles, sino poder adjudicárselas a “sí mismo”, sin dejar “espacio” alguno para nada más.

Reduciéndose a sí mismo a un espacio “nulo”-un “punto”… “visible” solo a causa de estar en un fondo “blanco”.

Si bien en este momento aún puede significar “nada” de forma “masiva”, es importante mencionar que este es el punto al que todos nos dirigimos.

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