Escuchar.

En la mitología, Cassandra es  una sacerdotisa “condenada” a emitir profecías acertadas que nadie cree- es decir, está condenada a emitir recomendaciones acertadas pero que sirven de “nada”, porque no modifican ni el comportamiento ni las “decisiones” a su alrededor, es decir, nadie las escucha- en cuanto a los resultados, podría haber dicho “nada”, o “todo”… y es lo “mismo”.

En diciembre de 1919, fue publicado el libro Las consecuencias económicas de la paz, de J.M. Keynes (pronúnciese Keyns) y se convirtió de inmediato en un súper ventas, traducido a una docena de lenguajes- no ha dejado de imprimirse hasta la actualidad.

El libro es una discusión acerca de la economía y las relaciones internacionales, fruto de la experiencia de Keynes como parte de un grupo de asesores para el Reino Unido en el tratado surgido de la primera guerra mundial. Puesto al cual renunció al no ser escuchado, sobre todo en cuanto a las consecuencias de las sanciones impuestas al antiguo imperio “germano”- que ahora era la recién creada república de Weimar y después de cierta “turbulencia” y “separación”, terminaría siendo la república alemana “unificada”.

Aparte de describir las negociaciones- más o menos, o aparentemente-  como una conjunción de personalidades e intereses buscando venganza y poder en lugar de bienestar y paz a largo plazo y no escatimar en descripciones de esas personalidades, algunas veces al estilo “daily mail”- al primer ministro británico lo describe como “una femme fatale… con seis o siete sentidos no disponibles para las personas ordinarias…capaz de manipular a los “lentos de mente” y “confusos”…-etc. Keynes  considera el tratado y las sanciones como “aberrantes” y sus consecuencias como las “peores” posibles, advirtiendo a las potencias europeas que podría estar “invitando su propia destrucción, al estar tan profunda e inextricablemente interrelacionados con su “víctimas”, mediante vínculos económicos y psíquicos ocultos”.

Lanzando advertencias en términos mucho más elocuentes – casi “bíblicos”:¿No debemos basar nuestras acciones en mejores expectativas, y creer que la prosperidad y felicidad de un país promueve la de otros, que la solidaridad del hombre no es una ficción, y que la naciones todavía pueden darse el lujo de tratar a otras naciones como criaturas semejantes?”  

Para la década de los 1930’s, las advertencias habían resultado casi del todo ciertas y si bien Europa-y el mundo- en su “pánico” de “último momento” levantó algunas sanciones y cambió en algo la actitud hacia los “vencidos”… fue muy poco y muy tarde. Lo que siguió fue la “carnicería” predicha-pero sin antecedentes en su ferocidad y “surrealismo”.

Keynes, para ese entonces una celebridad, el primer “economista” reconocido como tal en adquirir ese estatus- lo cual fue “resentido” por otras “estrellas”- y su libro un “clásico”, uno de los primeros en tener ese estatus y ser leído masivamente- a diferencia de otro libro de economía que sigue siendo tratado como “símbolo” e “ícono” del “mal” o del “bien” en lugar de ser leído y analizado- incluso fue apodado Keynessandra- pronúnciese Keynsandra-  por uno de sus amigos y él mismo describió lo  que había hecho como la “labor de Cassandra”.

¿Pero el “efecto Keynesssandra” terminó ahí? En realidad no. Durante la segunda guerra mundial emitió todas las advertencias posibles acerca del equilibrio en la economía que habría que establecer en la posguerra. Y en 1943, estuvo presente en Bretton Woods – conferencia donde se decidió el orden de las monedas e intercambio después de la guerra- e hizo propuestas acerca de una organización mundial que emitiera su propia moneda e interviniera ante cualquier desequilibrio, previniendo el hecho de que fuera la potencia vencedora la que estableciera el insostenible “patrón de oro” y así evitar la tensión y guerras “comerciales” y el “efecto” dominó de las crisis en Estados Unidos así como las diferencias abismales entre el acceso a bienes y seguridad en diversas regiones del mundo… tal vez esto nos suena “familiar”… y es porque obviamente tampoco fue “escuchado”- aparte de algunas concesiones a sus ideas al formar el primer organismo internacional que terminó siendo el FMI.

El hecho es que esto debe llamar nuestra atención acerca de qué significa ser escuchado y bajo qué condiciones alguien es “escuchado”. Keynes pudo haber sido una celebridad,  un Sir, alguien respetado por sus pares y por “neófitos”…etc. o alguien  no respetado, un “criminal” o “paria” sin títulos ni dinero, joven o viejo…etc… el resultado al parecer es el mismo: el mundo en general se comporta como un “adicto”  que puede entender que lo que “le gusta” acabará “matándolo”, pero no dejará de hacerlo- a menos que deje de “disfrutarlo” o encuentre algo que “disfruta” más.

En esencia, la advertencia es que las relaciones “económicas” son un reflejo directo de relaciones “ocultas” de constante intercambio entre personas, países y regiones. Y que si hay desequilibrio entre estas variables- de las cuales no estamos conscientes- nos estallará en la “cara” como conflictos y guerras, y eventualmente sentiremos lo que veíamos “fuera” o en “otros”, en nuestra propia carne.

Podemos “entender” esto, incluso relacionarlo con la historia o experiencias propias e intentar “aceptarlo” en nuestra “mente”, pero no modificará nuestro comportamiento-para eso tendría que cambiar la sensación de placer que sentimos cuando podemos ver “hacia abajo” a otros.

Este último cambio, seguramente sería visto como “sin sentido” o “infantil” o una idea “simplona” incluso por los grandes académicos y estudios de la “historia”, pero sin ese cambio real dentro de cada apersona, incluso las ideas y avances más “sublimes” serán convertidos en una “pasarela en traje de baño”, jugando peligrosamente a exhibirse sin apenas disimular sus intenciones como “importantes” y “poderosos”-usando para ello la posesión de bombas atómicas o una posición de “decisión” en la ONU o el FMI…etc… sonriendo “radiantes” mientras no se dan cuenta de sus “acciones” y siendo “admirados”…etc.

Es decir, solo un cambio real en la sensación interna puede abrir la posibilidad de realmente “escuchar”- y esta es la condición clave para ser “escuchados”. Y esto lo cambia “todo”- es como la diferencia entre “exigir” que me den “lo que yo quiero”, y pedir que lo que “yo quiero” cambie y esté de acuerdo con todo lo que- de verdad- me rodea.

Lo que suceda en cuanto al “desfile” y las “coronas” y “cetros” se vuelve  “irrelevante”- puede suceder “cualquier cosa”, pero lo que sucede está relacionado y sometido a un cambio “real” y “definitivo” y no al revés.  

Sea esto en alabanza a quienes de verdad han logrado “escuchar”- y seguramente han sido escuchados.  

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