El Punto.

En realidad, cada persona y sus acciones son  un mecanismo muy complejo de recepción de placer que evalúa y “mide” constantemente- y al mismo tiempo- una cantidad cada vez mayor de información y de actitudes que lo rodean, con el fin de aprovecharlas para un  tipo específico de “ganancia” y “placer” con el que se identifica- “yo”.

También en el proceso, “absorbe” anhelos y posibles satisfacciones que “detecta” a su alrededor. Un cálculo muy sencillo e instantáneo: “alguien a mi alrededor está disfrutando algo, inmediatamente y en automático mi mente comienza a planear como puedo disfrutarlo y evitar que él lo disfrute”.

Constantemente estamos “jugando” a ello en distintos grados. El grado más básico es lo que llamaos “robo”- tomar de las manos algo que otro disfruta o posee, negarle el placer de la posesión y tomarlo para “mí mismo”- pero también tiene otros grados. Como ejemplo, los comentarios que hacen las personas hacia alguien que está “disfrutando” algo para hacer que recuerde algo desagradable “borrando su sonrisa”-“robando” una satisfacción y disfrutarla en su lugar, nosotros mismos- es un alto porcentaje de las interacciones cuando las personas se reúnen e incluso debe ser un 80% de lo que se “comparte y se “vende” en las redes y los medios.

Y sabemos que  el “odio” que se manifiesta en las personas y provoca todo el “sufrimiento” se ramifica a partir de esta “raíz”: “detesto” a quien de algina manera no me deja “disfrutar” algo-y así entro en contacto con otros “anhelos”, primero como “obstáculos” a eliminar, después, al caer en cuenta que es imposible y no es conveniente “eliminar” otros anhelos, empieza un proceso de “absorción” para aprovecharlos para lo que queremos…y la evolución sigue…

Esto se traduce en todo tipo de cálculos que las personas hacen al relacionarse: cada persona calcula con su experiencia y el estadio en el que está y lo que lo rodea el “momento” de tomar para sí alguna satisfacción y negarla a otros. Cuando alguien busca “colocarse” por encima de otros para “probarles” su “dignidad” o alguna otra posesión  mediante palabras o acciones, lo hace solo ante quien considera más “débil” o en el momento justo en que está “vulnerable” y las posibilidades de que responda sean “bajas”.

Esto es importante porque no se reduce los “gritos de niña”, daño de imagen a espaldas de quien queda en una posición vulnerable, insultos baratos y amenazas físicas en los pasillos de las escuelas, los cuales crecen en intensidad hasta obligar a una respuesta “desesperada” “automática” y provocar conflictos- e incluso tiroteos activos- …etc. Se traduce también en las divisiones en la sociedad, entre las regiones del mundo e incluso en la distribución de lo que es necesario- ¿cuál es la satisfacción de las “altas esferas” sino el tener acceso a placeres que la mayoría no puede y “alardearlos” en el momento y posición en que se sienten “con ventaja”? ¿Qué es el mercado financiero y de labor sino una extensión de este “juego”?

Incluso se traduce en una “sensibilidad” que trasciende distancias: cuando un “grupo” específico se ve “vulnerable”, en todos los lugares “despiertan” todo tipo de anhelos para intentar “atacarlos” y “humillarlos”.

(Es una habilidad increíble de “conexión”, solo que expresada en su forma “menos eficiente” o “contraria”).

Con este “programa”, no es extraño que nuestras interrelaciones y las formas que determinan,  siempre estén entrando en crisis.

¿Y en qué otra cosa puede terminar esta forma de actuar sino en conflictos y violencia, en cuanto las relaciones se volvieron globales, se produjeron las dos grandes guerras que sucedieron hace apenas unas décadas?

La respuesta acerca de si se volverán a repetir esas explosiones está en la respuesta a otra pregunta ¿La forma de relacionarnos unos con otros ha cambiado?

Sin embargo, la semilla de todo está “dentro” de todas y cada una de las personas. En su modo “automático” e “indigno” de comportarse. Y todo lo demás son ramificaciones de ello:

Si este mecanismo con toda su complejidad y cálculos inconscientes fuera “consciente”, estaríamos hablando de un “genio” o “superdotado” – o alguna otra definición “exaltada” sin importar lo que significa- en todas y cada una de las personas, sin excepción.  

Una creación “admirable”.

Pero no es consciente, y los cálculos “automáticos” están dirigidos hacia la franja “estrecha” -y al final siempre insatisfactoria- de la satisfacción “propia”- un “involuntario” “genio del mal” dentro de cada persona.

Este último impulso siempre en crecimiento, imposible de restringir durante “mucho tiempo” parece tener una tendencia clara:

La revelación dentro de cada uno de su forma “real” de operar.

Es simplemente lógico que al darnos cuenta de esta tendencia nos preguntemos “¿para qué esta revelación?” ¿Y por qué el camino hasta ella es “inconsciente”?

La respuesta a la primera pregunta parece tener una sola posibilidad: la revelación es la toma de conciencia de la necesidad -y por lo tanto la imposibilidad de evitar- un cambio de “raíz” en la forma en que disfrutamos con respecto a otros.

Y esto  responde la segunda pregunta: hasta ahora ha sido “inconsciente” para – en contraste- comenzar a hacerlo “conscientemente”.

Obviamente, hablar de esto abiertamente en términos “polémicos”, no es recomendable debido a las reacciones viscerales- automáticas- que provocará- hasta el “ostracismo” y  la negación.  La necesidad de que todos “conozcan” el proceso es masiva, pero “cambiar a otros” no es la “misión”- tampoco es “posible”:

Todo está en potencial dentro de una persona y bastaría con la reflexión y el análisis serio de cada persona “dentro de sí mismo”.  

Hasta ese punto “único” dentro de cada uno que solo él mismo puede y podrá “tocar” y saber en qué consiste.   

Leave a comment