La raíz de la educación

Uno puede preguntarse cómo alguien puede vivir a un lado de un campo de concentración, obteniendo ahí su sustento y sus “lujos”- que somete a la “aprobación” y “envidia” de quienes considera cercanos- y actuar “normal” e incluso “enorgullecerse”- en un filme reciente, vemos a  la esposa de Rudolph Höss, tal vez siendo el orgullo de su familia por la posición y privilegios que tenía su esposo…dentro del partido nazi.

De la misma manera, existen filmes de archivo de la familia de Eva Braun- pareja de Adolf Hitler- disfrutando de su posición dentro del régimen y vacacionando a unas millas de los campos de la muerte.

Es más “escalofriante” escuchar o leer a algunos que ven una reproducción de esa “rutina” en pantalla y opinan que es “aburrido” y que ahí no “pasa nada”- ¿es la actitud que, exhibida por la mayoría, permite que esas cosas sucedan?

Pero si lo llevamos algo más allá, esa actitud habitual, sigue siendo “habitual”, y de alguna manera la exhibimos todas las personas. Las actitudes que nos horrorizan son solo la “habitualidad o “normalidad” concentrada en el tiempo y en el espacio:

 En todas partes del mundo existen esas diferencias y en todas partes del mundo suceden “tragedias” y explotación y carencias diariamente mientras en otras partes otros disfrutan del resultado de esas carencias y siempre hay un “muro” que “obstruye” la visión- la distancia, la impotencia de no poder hacer “nada” de todas maneras, el comprender que no es “normal” realmente, pero no poder “sentir” nada aun cuando lo intentas… 

Existen filmes que buscan retratar la “habitualidad” sin filtros de las regiones llamadas “en desarrollo”- o regiones cuyas culturas fueron “colonizadas”- y en donde ves claramente como las culturas con más tiempo en ese lugar siguen “sosteniendo” el lugar en forma de “servidumbre” sobre cuyos hombros las cabezas de cada núcleo colocan incluso los roles que les corresponden de figuras de autoridad paterna y materna para ser “libres” de jugar con sus juguetes de “adultos”, como “niños”- dado que tienen una figura sólida cuya actitud representa  para quienes están creciendo las dos figuras que necesitan para mantener incluso un equilibrio mental.

Curiosamente, sus presencias se “ocultan”, no se les da ningún “mérito”, se ignora el papel que juegan, e incluso en muchas partes no se les llama por su nombre- son la “muchacha”, o la “señora”. No es lo mismo pero… ¿Cuántos grados separan a ese tipo de trato de asignarles un número y explotarlos hasta consumirlos como en campos de “trabajo”?  

Este patrón tal vez se reproduce de alguna forma en cada núcleo y puede extenderse a lo que sucede en la sociedad-y es una característica que también puede hallarse de diversas formas en toda la sociedad global.

También podemos ver cuando se presenta en esas zonas una influencia “extranjera” en un círculo local, en automático, dentro del círculo local alguien busca ser el “representante” de ese círculo ante los “extranjeros”- que aún sin conocerlos ni medir sus capacidades ni objetivos, asume que son “mejores” y que tendrá que responder ante ellos y lo colocarán  en una posición mejor que aquellos a quienes considera “iguales”, como un “cacique”.

Puedes mencionar esto- y si te das cuenta es una obligación, tal vez no “decirlo”, pero aceptarlo y reflexionarlo y analizarlo-pero quien está dentro de esa dinámica y todavía le resulta “cómoda”, no sabrá de qué le estás hablando.   

Como si estuviéramos ante una “pantalla” que nos muestra nuestra verdadera actitud sin que podamos percibirlo- hasta que la “trama” se pone gradualmente “sangrienta”.  

 Y que no excluye  a nadie de esta actitud. Detrás de las reacciones violentas de quienes sienten que tienen privilegios hacia la adquisición de derechos de quienes tradicionalmente no los han tenido, en parte está el temor que al darles condiciones “iguales”, te superen y pretendan “controlarte”-como lo harías o has hecho “tú en su lugar”.

Y es un cálculo “válido” y que cualquiera puede entender.   

En realidad, la sensación automática que produce esta reflexión es que es “imposible” cambiar nuestra actitud hacia los demás en su “raíz”- “siempre habrá alguien que solo vea para sí mismo sin importarle los demás y nos obligará a actuar igual”, “la gente no cambia”…o más sofisticado: “las personas no tenemos remedio”, “así somos, es la “realidad” y hay que aceptarla”….

Una posible traducción de esas expresiones: “sé que vamos en una tendencia en que ese cambio de actitud será necesario, pero no es lo que yo quiero, así que esperaré y disfrutaré mientras pueda, hasta que el cambio sea necesario para mí,  esperaré a que me “obliguen”-como un “niño” cruzando sus brazos y tirándose al suelo, “negándose”, porque no es hacia dónde quiere ir.  

Como voltear alrededor y encontrar siempre una justificación en el hecho de que “todos” actuamos y calculamos de manera “igual” y ninguno de tus semejantes te puede ”juzgar”.

Eso es “cierto”. “Cualquiera”, si pudiera, le daría a cada uno la razón al pensar así.

¿Pero eso cambia la tendencia -que de no cambiar seguramente nos llevará a una o dos guerras mundiales más?

¿Eso cambia algo?

La educación que necesitamos es una que nos deje ver en la “pantalla” ante nuestros ojos los detalles que no queremos ver y nos guíe hacia el cambio que esos detalles indican.

Pero necesita de un ejemplo claro:

No puedes decirle a alguien con grados académicos y premios o “grandes posesiones”  y que tiene una posición en la que siente que tiene influencia y ha logrado algo, que necesita educarse para que a su vez influyan en quienes los ven como ejemplo a seguir- no te escucharán y te desdeñarán.

No puedes “estampar en la cara” de alguien algo acerca de sí mismo que aún “no ve” con la intención y actitud de juzgarlo o colocarte por encima de él. No escuchará y aparte reaccionará de manera violenta.

Mucho menos hacerlo desde el chantaje: generar vergüenza alrededor para que te den lo que quieres- más bien debe surgir de apoyarse mutuamente para explorar esa sensación dentro de uno mismo.

Es solo con una modificación de la actitud y sensación hacia los demás, que se puede transmitir una educación que sería de verdad un  triunfo de la voluntad humana.

Por lo tanto, este ejemplo práctico, este cambio de actitud entre ellos es la prioridad de quienes están destinados  a proporcionar esta educación. Todo lo demás no “funcionará”.

No tiene sentido gastar tiempo y recursos en “relaciones públicas”, nadie escuchará tu mensaje en el que pides ser tratado como “uno más”, ni podrán identificarse con tu “dolor” -si lo que necesitan  es tu ejemplo:

Un auténtico cambio de actitud, en la “raíz” de nuestro comportamiento.

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